"La fotografía del paisaje es la prueba suprema del fotógrafo, y a menudo la decepción suprema" Ansel Adams
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martes, 9 de febrero de 2016

REPORTAJE EN LAS FAMET



Esta mañana he visitado por primera vez la base de las FAMET (Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra), en Colmenar Viejo, invitado por mi amigo el capitán José María Herrero. Este año además celebran su 50 aniversario.


Hemos entrado en los hangares donde se realiza el mantenimiento y reparaciones de los helicópteros. Ha sido un verdadero descubrimiento poder ver "las tripas" e interiores de estas increíbles aeronaves y conocer de cerca el trabajo de los mecánicos y profesionales de esta base. Impresionantes los enormes helicópteros Chinook.

Fujifilm X-T1 y objetivo Samyang 8mm










viernes, 8 de enero de 2016

EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA: "UNA MIRADA A SU PAISAJE HUMANO"




El sábado 16 de enero a las 11 de la mañana se inaugura en la Casa de la Cultura Asunción Balaguer, de Alpedrete, nuestra exposición fotográfica: "La Sierra de Guadarrama, una mirada a su paisaje humano". 

Julio Vías y yo estaremos allí para realizar una visita guiada y también contaremos con algunos de sus protagonistas, como Cándido, el Segoviano, cantero de Alpedrete. 

Estáis tod@s invitad@s!!!

jueves, 11 de junio de 2015

IMÁGENES DE LA MEMORIA SERRANA

El sábado, día 20 estáis tod@s invitad@s a la inauguración de la exposición fotográfica "Sierra de Guadarrama: una mirada a su paisaje humano" en el área medioambiental El Gurugú, en Guadarrama, con textos del escritor Julio Vías que acompañan a mis imágenes sobre los oficios tradicionales.

Será una jornada festiva, donde además de disfrutar de las imágenes comentadas por nosotros, habrá una muestra de artesanía, y una demostración de viejos oficios. Aquí tenéis toda la información.


jueves, 5 de marzo de 2015

INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN: "SIERRA DE GUADARRAMA: UNA MIRADA A SU PAISAJE HUMANO"



Ayer se inauguró esta exposición fotográfica en el Aula Medioambiental de Boadilla del Monte, situada en las antiguas escuelas, enfrente del Palacio del Infante Don Luis. En esta exposición de 16 fotografías y texto de Julio Vías, podéis contemplar a algunas de las personas que forman parte de este paisaje humano, el que representan los oficios ancestrales, tradicionales, pero casi olvidados y que pretendemos "rescatar" a través de estas imágenes que esperemos que muy pronto formen parte de un libro dedicado a ellos.



Tenéis más información de este nuevo aula de la naturaleza y sus horarios en este enlace: Aula Medioambiental Boadilla. Después de unos dos meses la exposición será itinerante y podréis acercaros a verla al Gurugú de Guadarrama y más centros que os iremos contando.

















jueves, 16 de octubre de 2014

CÁNDIDO, EL SEGOVIANO: CANTERO DE ALPEDRETE



Acompaño estas imágenes con el hermoso y descriptivo texto de Julio Vías:

"Uno de los oficios más importantes entre todos los que se ejercieron tradicionalmente por las gentes de la sierra de Guadarrama fue la cantería, y por ello hace poco me acerqué a la localidad de Alpedrete, una de las más renombradas antaño por la calidad de su piedra y por la maestría de sus canteros. Es allí donde vive mi amigo el fotógrafo Javier Sánchez, que había preparado una entrevista con uno de los viejos canteros del pueblo: Cándido Muñoz, el Segoviano.

En Alpedrete hoy sólo funciona una cantera, la de Javier Martín Platas, situada en la Dehesa municipal al lado de la carretera de Villalba al puerto de Navacerrada, y allí nos dirigimos para ambientar nuestra entrevista. Lejos quedan ya los tiempos en los que en esta localidad se extraía piedra de más de 40 grandes canteras y de un sinfín de pequeñas explotaciones en las que trabajaban familias enteras de canteros, como los Goriches, los Cojitos, los Paz, los Balandines, los Montalvo, los Mudos, los Guillén, los Fernández, los Elvira, nuestro amigo el Segoviano y otros muchos.  



Eran dos los tipos de granito que se extraían en Alpedrete, ambos de grano fino y muy apreciados: la piedra berroqueña de la Dehesa, de tono gris azulado,  y la piedra rubia del Cañal o cañariega, de tonos dorados, que se extraía de las canteras situadas al otro lado de la carretera, en las laderas del cerro de Cabeza Mediana o “del Telégrafo”. La explotación de estas canteras se remonta a tiempos medievales y de ella procede el nombre del pueblo. El granito de las canteras de Alpedrete se empleó para la construcción del monasterio de El Escorial y para todo tipo de edificios en Madrid en forma de sillares, bordillos, dinteles, columnas, dovelas, adoquines y otras piezas de cantería.



























Cándido Muñoz González, el Segoviano, nació en 1937 en Villacastín (Segovia), otro pueblo muy vinculado a la cantería situado al otro lado de la sierra. Empezó a los trece años como pinche en la fragua del herrero arreglando los punteros y otras herramientas de cantería. Allí mismo aprendió el oficio cortando losas de granito, y después se hizo maestro sacando piedra durante los años 50 con destino a las obras de la basílica del Valle de los Caídos. Se trasladó a Alpedrete en 1964, donde se casó y se estableció por su cuenta tras comprar una cantera a Vidal Montalvo, trabajando la piedra con varios socios hasta su jubilación en 2001.

La vida del cantero era dura y sacrificada como pocas. Por lo general se comenzaba a trabajar en este oficio como aprendiz a la edad de diez u once años. Con esta temprana edad ya había que levantarse antes del alba y marchar hasta las canteras, situadas a veces a largas distancias. Después de una agotadora jornada de trabajo de diez horas bajo el sol o bajo la nieve había que regresar al pueblo y afilar los punteros, reparar las herramientas descompuestas o preparar las cuñas que debían ser utilizadas al día siguiente. Esta rutina se repetía a lo largo de años y años todos los días durante catorce horas, a excepción de los domingos y fiestas de guardar. Un accidente o una simple herida que incapacitara al cantero para trabajar suponían la pérdida del jornal y como consecuencia el hambre. 

























A pesar de ello al Segoviano le gustó siempre el oficio de la cantería, pues, como nos dice con convicción, para él era “muy libre” como propietario de una cantera. Entonces no existían los medios técnicos de hoy día para cortar y sacar los grandes bloques de granito, como son la sierra de hilo de diamante o las grandes máquinas excavadoras y todo debía hacerse a mano. Según nos cuenta, lo primero que debe saber un buen cantero es conocer a simple vista “la ley” de la piedra, que es la que determina la disposición y la dirección del grano del granito y que, según el argot de los canteros  normalmente va “a levante”. 

La ley forma la cara de la piedra que los canteros cortan en horizontal y es la más fácil de labrar. Además de la ley el cantero debía conocer de una ojeada o al simple tacto de la mano la mano buena y la mano mala, las otras caras de la piedra que facilitaban o dificultaban tanto el corte o tronce de la piedra como su labra. 


Los grandes bloques de granito se separaban de la roca madre pintando con una pigmentación rojiza de oxido de hierro una línea recta en la roca que debía seguir la ley u hoja de la piedra. A lo largo de ella se abrían cuñeras con el puntero a golpe de maceta en las que se introducían cuñas de hierro que se golpeaban una a una con una maza de diez kilos de peso, hasta que la piedra rajaba por igual. El bloque se separaba completamente de la roca con ayuda de palancas de hierro y después se dividía de igual forma en bloques menores que a su vez se dividían o labraban según conviniera.


Esta actividad secular de la cantería ha dejado en el paisaje que rodea a esta localidad una huella imborrable que se materializa en los innumerables vasos de canteras abandonadas que salpican por doquier los montes de La Dehesa y El Cañal, algunos de ellos completamente inundados por las aguas freáticas. El Segoviano nos enseña las más grandes, que hoy forman verdaderos lagos que constituyen valiosos refugios de biodiversidad, como la de Luciano Fernández y la de los Balandines, donde proliferan las truchas y todo tipo de especies de reptiles y anfibios hoy muy amenazados." 








martes, 9 de septiembre de 2014

PASTORES SEGOVIANOS



Hace dos meses, en compañía del escritor Julio Vías, nos acercamos a la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, a los pies de La Mujer Muerta para encontrarnos con dos veteranos pastores. A continuación podéis disfrutar del texto de Julio Vías que acompaña a estas imágenes.

"En una luminosa tarde de comienzos de este pasado verano, en el hermoso y simbólico entorno de las ruinas del rancho de Santillana, muy cerca de Revenga (Segovia), mi amigo Javier Sánchez y yo entrevistamos a los representantes de dos generaciones de pastores segovianos: Emilio Asenjo, nacido en Cantimpalos hace 81 años, y Jesús Mari Valverde, natural de la pequeña localidad de Escobar de Polendos, en la que nació en 1954. Por lo tanto, por aquello de mostrar el pasado y el presente de la ganadería de ovino segoviana, esta vez son dos los protagonistas de nuestra historia.


Nos citamos allí con Jesús Mari aprovechando que suele carear su rebaño en este tramo de la cañada Soriana Occidental que transcurre al pie mismo del cerro de Matabueyes, en el lugar conocido como “baldíos de Santillana”, un hermoso paraje presidido por los restos maltrechos del esquileo más importante que hubo en tierras de Segovia y dominado por el fondo solemne y majestuoso de las cumbres de la Mujer Muerta. Hacia finales de mayo, hasta aquí sube todos los años con 600 ovejas, la mitad de ellas de tronco merino con cruce castellano y la otra mitad merinas puras, desde la localidad de Escarabajosa de Cabezas, a donde vuelve a bajarlas a mediados de julio para aprovechar las rastrojeras tras la siega de los campos de cereal.





Acompañamos a Jesús Mari y a su pastor ayudante Javier en su careo con elganado por los parajes situados al pie de la Cruz de la Gallega, rozando los mismos límites del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Durante el camino nos va contando su quehacer cotidiano y los problemas a los que se enfrenta en el desempeño de su oficio, al igual que todos los ganaderos de ovino segovianos. Su jornada comienza al amanecer atendiendo a las ovejas paridas en su nave ganadera de Escarabajosa. Tras el almuerzo de las 9 de la mañana sube hasta los baldíos de Santillana para carear con las ovejas horras durante el resto del día, desde las diez de la mañana hasta las ocho y media de la tarde. Turnándose con sus hijos, Jesús Mari saca tiempo además para atender la afamada carnicería Valverde Abad, situada en el segoviano barrio de San Lorenzo, donde se puede encontrar uno de los mejores lechales de la tierra bajo la denominación de “Cordero Segolechal”.













Jesús Mari nos habla de las dificultades de mantenerse en este oficio por las constantes subidas de los precios de los piensos mientras el precio del lechal se mantiene casi invariable desde hace diez años, de los ataques de los buitres al ganado, y de la amenaza cada vez más real y tangible creada por el retorno del lobo a la sierra de Guadarrama. Emilio Asenjo, que también fue carnicero en Segovia, asiente con la experiencia de sus ochenta años. Fue igualmente pastor desde niño y trashumó con su ganado hasta el valle de Alcudia durante gran parte de su vida, aunque los últimos diez años lo hizo en tren. Por ello conoce como nadie esta cañada Soriana Occidental, más conocida como cañada “de la Vera de la Sierra” por transcurrir en todo su recorrido de punta a punta por la provincia a lo largo del piedemonte serrano.




Despedimos a nuestros amigos al caer el sol, tras encerrar al ganado en el redil levantado por Jesús Mari al pie mismo de la Cruz de la Gallega, en el inicio del cordel ganadero que sube hasta el puerto de la Fuenfría".








miércoles, 3 de septiembre de 2014

COLABORACIÓN EN LA REVISTA DE GRANDES ESPACIOS





En el número de septiembre de la revista Grandes Espacios podéis ver un interesante monográfico sobre "La Sierra de Guadarrama, un año de Parque Nacional". He tenido la suerte de colaborar en este número con dos fotografías de la Graellsia Isabelae, en estado de oruga y mariposa, así como en un micro reportaje sobre los oficios tradicionales de la sierra escrito por Julio Vías ilustrado con una de mis imágenes sobre el perdido oficio del esquileo a tijera.

viernes, 25 de julio de 2014

GINÉS, EL VAQUERO DE LA MORCUERA


A finales de junio tuve la oportunidad de conocer a Ginés, un vaquero de toda la vida, en los pastos altos de la Morcuera. Las palabras de Julio Vías sobre este encuentro son un hermoso documento para acompañar estas imágenes. En su blog podéis leer más sobre la vaca avileña:

“Hace poco subí con mi amigo Ginés Soriano al puerto de la Morcuera para dar un paseo y rememorar sus tiempos de vaquero y aquellos veranos de mediados de los años setenta en los que le acompañé, junto a Francisco, Moi y Joaquín, bajando el ganado a caballo desde las cimas de la Cuerda Larga hasta los ya desaparecidos corrales de Casa Blanca, en Miraflores de la Sierra. Allí, en lo más alto del puerto, pasta una de las vacadas más hermosas de la sierra, la del marqués de Castejón, renombrado criador de vacas de raza avileña y propietario del monte de Las Hoyuelas, una gran finca dedicada a pastos que fue adquirida por un antepasado en el mercado de bienes nacionales, en los lejanos tiempos de la desamortización civil. Atravesando un espléndido paisaje de piornales y praderas, Ginés cruza entre las vacas utilizando su viejo repertorio de voces que me resulta tan familiar, y que yo mismo empleo desde hace casi cuarenta años para hablar al ganado en mis recorridos por la sierra.




Ginés se sienta en las mismas salegas donde le vi antaño mil veces echar la sal al ganado, y varias chotas se arremolinan querenciosas e inquisitivas a su alrededor, reconociendo con su instinto infalible al sabio y experto vaquero ya jubilado pero que sigue llevando el oficio en la sangre…” (Julio Vías)






















































jueves, 3 de julio de 2014

ESQUILADOR DE OVEJAS A TIJERA



De nuevo, os invito a disfrutar de este pequeño reportaje de uno de los últimos esquiladores a tijera de Segovia, un gran hombre que nos ofreció una magistral demostración de este oficio ancestral. Junto a las imágenes os invito a leer el resumen del texto escrito por el "maestro" Julio Vías.

"El día 11 del pasado mes de mayo fuimos a ver a nuestro amigo Geminiano Herranz, el más conocido de los  esquiladores de tierras de Segovia. Nos recibió en el esquileo de Cabanillas del Monte, el mejor conservado de toda la provincia gracias a los cuidados de su propietario y también buen amigo Rodrigo Peñalosa, vizconde de Altamira y heredero de la secular tradición ganadera de los marqueses de Lozoya. Geminiano nos hizo allí, como suele hacer todos los años, una demostración de esquileo a tijera, rememorando un oficio que desempeñó durante toda su vida y que heredó de sus ancestros, pues es hijo y nieto de esquiladores.

Geminiano nació en Abades en 1930, y desde niño ayudó en casa a labrar las tierras hasta que se hizo esquilador a los 15 años. Según nos contó, el oficio era itinerante y se formaban cuadrillas de diez o doce hombres unidos por relaciones de amistad o parentesco que recorrían las tierras de Segovia, entonces tierras laneras donde las hubiera. Con su cuadrilla, que formaba junto a los hermanos Gómez (Francisco, Juan Manuel, Ángel, Constantino y Alejandro), entre otros, salía de Abades y recorría numerosos pueblos de los alrededores, como Zamarramala, Valverde del Majano, Marugán, Vegas de Matute, Fuentemilanos, Matamanzano, El Campillo,  llegando hasta Otero de Herreros y Revenga, ya al pie de la sierra.

Comenzaban el trabajo a las seis de la mañana, y en una jornada un buen esquilador conocedor del oficio podía esquilar hasta cincuenta ovejas. A las reses se las inmovilizaba atándoles las patas con las manos, tarea que realizaban los ligadores, tras lo cual cada esquilador comenzaba a esquilar a su animal por los cuartos delanteros, es decir, sacando la paleta, y avanzando hacia la parte trasera con diestros cortes de tijera para que el vellón saliera todo de una pieza. Una vez sacado el primer bajo, se seguía por los cuartos traseros hasta la zona de rabo, o traducido al argot del esquileo, se bajaba la nalga hasta el coleo.  Después se daba la vuelta al animal y se continuaba por el otro costado en sentido inverso, es decir, se sacaba la segunda nalga y se continuaba con el segundo bajo. Después había que sacar el pescuezo hasta llegar al lomeo y sacar el ramo del espinazo hasta el coleo, donde ya queda separado y abierto todo el vellón. Cuando la oveja sufría un corte se le aplicaba en la herida un poco de “moreno”, u hollín de fragua, para desinfectarla.  Los esquiladores siempre debían estar surtidos de este antiséptico natural, que cambiaban por queso a los herreros de los pueblos.





Además del jornal, los “amos” de los rebaños les daban la comida y les alojaban en los pajares. Geminiano esquiló los rebaños segovianos a tijera durante treinta y cinco años, y después otros catorce empleando la máquina de esquilar. Con ella llegó a esquilar, acompañado de sus hijos, más de 20.000 ovejas en una sola temporada. Sus manos sarmentosas siguen conservando la fuerza y la agilidad de cuando era joven, y él su eterna simpatía con todos aquellos dispuestos a escuchar la historia de su vida. Le deseamos que sea por muchos años".