De nuevo, os invito a disfrutar de este pequeño reportaje de uno de los últimos esquiladores a tijera de Segovia, un gran hombre que nos ofreció una magistral demostración de este oficio ancestral. Junto a las imágenes os invito a leer el resumen del texto escrito por el "maestro" Julio Vías.
"El día 11 del pasado mes de mayo fuimos a
ver a nuestro amigo Geminiano Herranz, el más conocido de los esquiladores de tierras de Segovia. Nos
recibió en el esquileo de Cabanillas del Monte, el mejor conservado de toda la
provincia gracias a los cuidados de su propietario y también buen amigo Rodrigo
Peñalosa, vizconde de Altamira y heredero de la secular tradición ganadera de
los marqueses de Lozoya. Geminiano nos hizo allí, como suele hacer todos los
años, una demostración de esquileo a tijera, rememorando un oficio que
desempeñó durante toda su vida y que heredó de sus ancestros, pues es hijo y
nieto de esquiladores.
Geminiano nació en Abades en 1930, y desde niño ayudó en casa a labrar
las tierras hasta que se hizo esquilador a los 15 años. Según nos contó, el
oficio era itinerante y se formaban cuadrillas de diez o doce hombres unidos
por relaciones de amistad o parentesco que recorrían las tierras de Segovia,
entonces tierras laneras donde las hubiera. Con su cuadrilla, que formaba junto
a los hermanos Gómez (Francisco, Juan Manuel, Ángel, Constantino y Alejandro),
entre otros, salía de Abades y recorría numerosos pueblos de los alrededores,
como Zamarramala, Valverde del Majano, Marugán, Vegas de Matute, Fuentemilanos,
Matamanzano, El Campillo, llegando hasta
Otero de Herreros y Revenga, ya al pie de la sierra.
Comenzaban el trabajo a las seis de la mañana, y en una jornada un buen esquilador conocedor del oficio podía esquilar hasta cincuenta ovejas. A las
reses se las inmovilizaba atándoles las patas con las manos, tarea que
realizaban los ligadores, tras lo cual cada esquilador comenzaba a esquilar a
su animal por los cuartos delanteros, es decir, sacando la paleta, y avanzando hacia la parte trasera con diestros
cortes de tijera para que el vellón saliera todo de una pieza. Una vez sacado el primer bajo, se seguía por los
cuartos traseros hasta la zona de rabo, o traducido al argot del esquileo, se bajaba la nalga hasta el coleo. Después se daba la vuelta al animal y se
continuaba por el otro costado en sentido inverso, es decir, se sacaba la segunda nalga y se continuaba con el segundo bajo. Después había que sacar el pescuezo hasta llegar al lomeo y sacar el ramo del espinazo hasta el coleo, donde ya queda separado y abierto todo el vellón. Cuando
la oveja sufría un corte se le aplicaba en la herida un poco de “moreno”, u
hollín de fragua, para desinfectarla. Los esquiladores siempre debían estar surtidos
de este antiséptico natural, que cambiaban por queso a los herreros de los
pueblos.
Además del jornal, los “amos” de los rebaños les daban la comida y les
alojaban en los pajares. Geminiano esquiló los rebaños segovianos a tijera
durante treinta y cinco años, y después otros catorce empleando la máquina de
esquilar. Con ella llegó a esquilar, acompañado de sus hijos, más de 20.000
ovejas en una sola temporada. Sus manos sarmentosas siguen conservando la
fuerza y la agilidad de cuando era joven, y él su eterna simpatía con todos
aquellos dispuestos a escuchar la historia de su vida. Le deseamos que sea por
muchos años".