Existen algunas imágenes creadas en nuestra imaginación que en ciertos casos llegamos a encontrar o a descubrir en esos lugares "favoritos" a los que siempre acabamos por regresar. Así ocurre con esta fotografía, con cierto aire zen, sobre un trepador azul posado en un viejo y prácticamente seco pino silvestre en las cercanías del puerto de Navacerrada. Imágenes sencillas para comenzar con la estación del verano. (Hacer click en la imagen para agrandarla)
Fotografía de autor, sobre naturaleza, arquitectura, industrial. Publicaciones, proyectos, premios y exposiciones internacionales
jueves, 26 de junio de 2014
IMAGEN ZEN CON TREPADOR AZUL
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miércoles, 4 de junio de 2014
UNA EXPOSICIÓN "SALVAJE" EN EL RETIRO
Hace unas horas se ha presentado la exposición "Salvajes" del excelente fotógrafo Steve Bloom en el paseo de carruajes del Retiro de Madrid, coincidiendo con la Feria del Libro. Hemos tenido el privilegio de contemplarla acompañados por el comisario de la exposición, Joaquín Araujo. Una exposición impresionante que no deja indiferente a nadie en un entorno inmejorable. Al estar al aire libre puede visitarse a cualquier hora del día durante todo el mes de junio.
Las fotografías forman parte del libro, con el mismo título, editado por Lunwerg y que podéis ver en este enlace: Salvajes.
"Steve Bloom nos muestra el mundo animal de un modo tan
intenso y directo que lo hace inusual. El reportaje fotográfico y unos pies de
foto amenos y muy instructivos nos permitirán conocer, e incluso compartir, las
emociones y la sensibilidad de los animales en libertad y convertirán este
libro en una manera más de comunicarnos con la naturaleza." (Lunwerg)
martes, 29 de abril de 2014
VISIÓN PANORÁMICA DE TOLEDO
Es difícil visitar Toledo con prisas, tanta monumentalidad y calles laberínticas nos obligarán a detenernos continuamente, a disfrutar de su herencia medieval y a saber admirar la grandeza de la capital de las tres culturas.
Estas imágenes son tan sólo una visión panorámica de una ciudad que mantiene el espíritu de sus orígenes.
domingo, 20 de abril de 2014
REPORTAJE DE LOS OFICIOS DEL GUADARRAMA EN EL PAIS DEL DOMINGO
Hoy domingo podéis leer en el periódico de EL PAIS este pequeño reportaje en el que se habla del proyecto en el que trabajamos Julio Vías y yo sobre los oficios tradicionales del Guadarrama. Texto de Juan Antonio Aunión.
EL PAIS
La sierra que se apaga
Un proyecto trata de
rescatar del olvido oficios ancestrales del Guadarrama.
Los autores defienden
los usos ganaderos y forestales tradicionales para conservar la naturaleza
J. A.
AUNIÓN Madrid
José Manuel López Luna, vaquero de Moralzarzal.
/ JAVIER SÁNCHEZ
—Estos montes están
perdidos. Mucho verde, mucho ecologismo, pero están perdidos.
—Hombre, para el turismo, para los excursionistas, sí que valen.
—Tampoco. Pero si no se puede ni andar. Antes, con 9.000 cabras por el monte, se andaba por todas partes divinamente.
—Hombre, para el turismo, para los excursionistas, sí que valen.
—Tampoco. Pero si no se puede ni andar. Antes, con 9.000 cabras por el monte, se andaba por todas partes divinamente.
Con la gorra bien calada
sobre los ojos, el mono azul de trabajo con cremallera subida hasta el ombligo,
dejando ver debajo su jersey de punto, el cayado en una mano y el cigarrillo de
Celtas en la otra, Antonio Navacerrada, de 71 años, cuenta mientras pasea su
hatajo de 20 cabras cómo en Bustarviejo, a 62 kilómetros al norte de la
capital, había nogales por todas partes, la producción de judías era
espectacular, las vacas… Y se lamenta, acto seguido, de que ya es imposible
mantener casi cualquier intento de agricultura y de ganadería, entre otras
cosas, por “las burocracias”. De hecho, su pequeño rebaño es puro pasatiempo
para él, que, jubilado, lo necesita “como una terapia; ¡si me cuesta dinero!”.
DEMETRIO MATESANZ, EL CARBONERO DE PINILLA DEL VALLE. Demetrio Matesanz ya
no es carbonero; no porque tenga 91 años y lleve muchos jubilado, sino porque
en su pueblo, Pinilla del Valle (210 habitantes, a 90 kilómetros de Madrid), no
se ejerce la profesión desde la década de 1950: Matesanz ha trabajado casi toda
su vida en la construcción, pero de joven fue carbonero. Cuenta que era muy
duro —como era la vida entonces, “muy esclava”—, que requería pasar muchas
horas al aire: primero cortando la leña y preparándola y, luego, metiéndola en
la hoya para quemarla hasta convertirla en carbón. Pero se acuerda mucho, con
cariño, de aquella época: “No sé, había compañerismo”. Matesanz posa delante de
una hoya que, aunque sin uso, se conserva en el pueblo: “No es de nadie,
es del monte”. / JAVIER SÁNCHEZ
Navacerrada es uno de
los últimos cabreros de la sierra del Guadarrama, una extensión de cientos de
miles de hectáreas que parten la meseta norte y sur en el centro de la
península, entre la Comunidad de Madrid y Segovia, y con una pequeña parte en
Ávila. Entre los montes, pinares, dehesas y valles (muchos de ellos protegidos
dentro del recién creado Parque Nacional del Guadarrama) se diseminan un
centenar largo de municipios en los que aún se conservan algunos de los oficios
tradicionales que han ido conformando la cultura y el paisaje desde hace
siglos. En algunos casos, como el de Antonio Navacerrada, todavía en activo; en
otros, solo en la memoria, como ocurre con Demetrio Matesanz, de 91 años, que
recuerda, aunque hace ya más de medio siglo de aquello, la crueldad del trabajo
a la intemperie, el frío, el cansancio del carbonero: aquel que cortaba la leña
para después convertirla en un combustible y, por último, venderla, en su mayor
parte, en la capital.
Estos testimonios son
los que tratan de conservar, antes de que se pierdan definitivamente, el
fotógrafo Javier Sánchez y el escritor Julio Vías, autor, entre otros, del
libro Memorias del Guadarrama. De momento, las historias de Antonio, de
Demetrio, de Hipólito Herranz (gabarrero en San Rafael, en la parte segoviana
de la sierra), de José Manuel López Luna (vaquero en Moralzarzal) o de Ricardo
García (herrero en Alameda del Valle), las van publicando en sus blogs, pero no
descartan que acaben conformando un nuevo libro.
HIPÓLITO HERRANZ, EL GABARRERO DE SAN RAFAEL. El gabarrero es aquel
que corta leña, la saca a caballo del pinar y la vende después. Hipólito
Herranz (66 años) lo ha hecho, como su padre y como tantos hombres de la zona
de Valsaín, El Espinar y San Rafael (en Segovia, a 67 kilómetros de Madrid),
toda su vida, combinándolo en su caso con el trabajo de albañil. Hoy, jubilado,
lo sigue haciendo, para consumo propio y para vender a los vecinos. / JAVIER SÁNCHEZ
Una de las entradas que
ya ha escrito Vías empieza hablando de las raíces que se van perdiendo con
estas gentes del Guadarrama: “Y nos referimos, por supuesto, no a sus decenas
de miles de habitantes, casi todos ellos ciudadanos urbanitas procedentes de
Madrid, sino a los pocos supervivientes que quedan de la última generación
auténticamente rural que habitó los pueblos serranos, algunos ya convertidos en
verdaderas ciudades-dormitorio. Ellos son los depositarios de un legado
inapreciable de saberes ancestrales transmitidos de padres a hijos y hoy a
punto de perderse, como son las técnicas empleadas en unos oficios practicados
en estas tierras desde hace 2.000 años”.
Es el arranque del texto
sobre Hipólito Herranz, que a sus 66 años no recuerda la primera vez que se
acercó al oficio de gabarrero, que fue el de su padre y el de su tío y que ha
compaginado casi toda su vida con el de albañil. El gabarrero, término que prácticamente
solo se usa en el Guadarrama, se dedica a cortar leña en el monte, normalmente,
de pinos secos caídos o en pie, y transportarla a caballo para después
venderla.
ANTONIO NAVACERRADA, EL CABRERO DE BUSTARVIEJO. “Antes, el hijo de un
obrero en un pueblo, para cuando se iba a mili, sabía ya 10 oficios”, dice
Antonio Navacerrada, de 71 años, que se ha dedicado toda la vida, desde los
ocho años, a la agricultura y, sobre todo, a la ganadería en Bustarviejo (a 62
kilómetros de la capital); su padre tenía vacas lecheras. Ahora, se ocupa, solo
por mantenerse entretenido, de un rebaño de 20 cabras que pasea cada mañana,
después de ordeñarlas, y por la tarde. Dice que antes “había menos egoísmo” y
admite la dureza, la esclavitud del trabajo, pero también habla de sus
beneficios. “Por la puerta del cabrero pasa el hambre cerca, pero nunca llega a
entrar”. / JAVIER SÁNCHEZ
“¿Cómo está el monte
ahora? Mucho más sucio”, dice Herranz señalando un pino seco muy cerca de su
casa, junto a la nave donde guarda la caballería. Cuenta que ya casi no quedan
gabarreros y que hace años que el Ayuntamiento de San Rafael (ya en la parte
segoviana de la sierra), propietario del pinar, hace “lo menos cinco años” que
no arranca unos árboles pochos que, muchas veces, están infectados de plagas
que se contagian. Y no lo hace, simplemente, porque no le sale a cuenta.
La explosión de la
burbuja inmobiliaria impactó con fuerza también en estos parajes y en el valor
de una madera que se usaba, por ejemplo, para hacer puertas. El aserradero
municipal, abierto hace algo más de un siglo, cerró recientemente tras varios
años de quiebra técnica.
En sus horas más bajas,
por motivos parecidos, está la herrería de Ricardo García en Alameda del Valle,
en el Alto del Lozoya. Con grandes dosis de amargura y las manos más negras que
el tizón, García, de 61 años, va mostrando la fragua de su taller y algunas de
las herramientas que usaban su padre y su abuelo; y después, con orgullo, enseña
el cabecero de hierro para una cama que fue capaz de construir hace ya algunos
años a partir del diseño que le entregó un cliente y cuenta cuando fue a
competir con herreros de todo el mundo en México, en Costa Rica, en El
Salvador...
“A mí me gustaría continuar,
y lo estoy intentando, pero no sé si será posible”. Ahora, sobre todo, da
cursos de fragua a pupilos llegados desde toda España. “Son cursos muy cortos
para personas que trabajan después como herreros de exhibición en ferias
medievales”. Sabe que cuando él lo deje, se cerrará su negocio; sus hijos no
van a continuar. Lo mismo que los de Antonio Navacerrada e Hipólito Herranz no
seguirán los pasos de sus padres. Y estos oficios, claramente, no saben
sobrevivir si no se transmiten directamente de una generación a otra.
RICARDO GARCÍA, EL HERRERO DE ALAMEDA DEL VALLE. “El hierro es el metal
más dulce que hay, si lo calientas suficiente, harás con él lo que quieras; el
cobre no lo dominas”, cuenta Ricardo García (61 años) junto a la fragua. García
pelea con todas sus fuerzas para mantener abierta su herrería en Alameda del
Valle (250 habitantes, a 91 kilómetros al noroeste de Madrid), que heredó de su
padre y que sabe que cerrará en cuanto él se jubile. / JAVIER SÁNCHEZ
“Hay que heredarlo, si
no, es imposible”, asegura José Manuel López Luna, vaquero de Moralzarzal y
presidente de la Asociación de Ganaderos de la Cuenca Alta del Manzanares. “Con
la crisis, muchos han intentado salir adelante con la ganadería, pero no lo
consiguen”. López Luna tiene con su hermano 250 vacas de raza avileña (las
negras, autóctonas de España) que vende para carne; las de leche ya no dan
dinero. Habla de un contexto de costes crecientes —que apenas se llegan a
cubrir con las subvenciones— y de pastos decrecientes, lo que resulta al final
en una ganadería menguante.
“Aquí [en San Rafael],
mucha gente en paro ha vuelto a la madera, pero van con los coches y así no se
puede. En estos montes, con los desniveles que hay, solo se puede bajar la leña
con caballo y estos no han visto uno en su vida”, dice Hipólito Herranz
mientras muestra su calefacción alimentada con la madera que él mismo recoge.
“Con la crisis y el precio del gasoil por las nubes, algunos se han pasado otra
vez a la leña”, añade.
JOSÉ MANUEL LÓPEZ LUNA, EL VAQUERO DE MORALZARZAL. Cada año, al comienzo
del verano, José Manuel López Luna (en la imagen, con el jersey verde), de 43
años, y su hermano Vicente (48), suben a caballo sus vacas desde Moralzarzal
(12.000 habitantes, a 46 kilómetros al noroeste de la capital) hasta los pastos
del monte de La Camorza, en la Pedriza de Manzanares. Ambos, con un rebaño de
250 cabezas, se dedican a lo mismo que su padre, que su abuelo, que su
bisabuelo... “Aquí no hay horarios y cada vez es más difícil. Hay mucha presión
de la gente que se mete en los pastos, en las cañadas...”. Ahora, cuenta, la
gran cuita es el reparto de las recortadas ayudas de la PAC (Política Agraria
Común de la UE). “Sin subvenciones, aquí el ganado es imposible; te da para
cubrir gastos y justito”. / JAVIER SÁNCHEZ
Julio Vías no entiende
que en una zona con semejante riqueza la mayoría de las calefacciones sean de
gasóleo y, en general, que no se aproveche más. “Ahora, traer la madera de
Polonia es más barato, pero eso se acabará”, dice. Porque el suyo no es solo un
impulso sentimental ni cultural, sino que, en su defensa de los usos
tradicionales de la sierra, el escritor habla también de economía, de futuro y
de sostenibilidad. “Los centros de producción tendrán que estar cerca de los de
consumo. El CO2 que se emite trayendo las cosas de China no es sostenible.
Probablemente ya no tienen sentido algunos oficios, como el de carbonero; pero
yo estoy diciendo que los usos tradicionales adaptados a los tiempos tienen
futuro. Porque la agricultura no se va a acabar, ni la ganadería... Yo no sé
qué tipo de artilugios y vehículos usarán los vaqueros dentro de 100 años, pero
sé que seguirá habiendo vaqueros”.
“Nosotros también defendemos los usos
tradicionales porque también son los que han cofigurado el espacio natural”,
añade el profesor de la Politécnica de Madrid y miembro de Ecologistas en
Acción Rafael Córdoba. Pero esos usos necesitan un apoyo que hoy, añade Vías,
apenas existe, pues la apuesta parece apuntar hacia otro tipo de usos como el
turístico, según se desprende de la Ley de Parques Nacionales recién aprobada.
“El propietario de un pasto magnífico en una zona protegida podrá poner un
negocio de paintball o de vuelo sin motor”, se queja Vías.
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lunes, 31 de marzo de 2014
DEMETRIO, EL CARBONERO DEL ROBLEDAL
En esta ocasión os quiero presentar a uno de los últimos carboneros del Valle del Lozoya. Con sus 91 años es un auténtico superviviente y un ejemplo para tod@s. El texto de esta entrada es del gran escritor y gran amigo Julio Vías:
"El pasado 7 de marzo estuvimos mi amigo Javier Sánchez y yo con Demetrio Matesanz, uno de los últimos fabriqueros del valle de Lozoya. La fábrica era el nombre que se daba en
la sierra de Guadarrama a la industria que se ocupaba de la fabricación del
carbón vegetal, antaño indispensable para el funcionamiento de fraguas y
talleres de todo tipo, tanto en los pueblos de la sierra como en Madrid, hasta
donde se bajaba en carretas de bueyes tras un viaje de un par de días por la
carretera de Burgos, hoy convertida en la autovía A-1.
Demetrio nació en 1922 en la pequeña aldea de Pinilla del
Valle, en el seno de una familia de fabriqueros, y empezó su trabajo en el
campo segando prados con 16 años. A los 20 ya cambió el dalle (nombre tradicional que se daba a la guadaña en las tierras
del valle de Lozoya) por el podón y el hacha de dos bocas, iniciando un oficio que desempeñó hasta 1951, último
año en que se carbonearon las matas robledales de La Marotera, Fuentelinosa, El
Frontal, Majasomera, El Chorrillo, Navarejo y El Alijar, que desde tiempos inmemoriales
fueron explotadas junto a las innumerables pertenecientes a los otros pueblos
del valle.
Nuestro amigo nos relata con una lucidez extraordinaria cómo se desarrollaban los trabajos de la fábrica: Primero había que construir el chozo donde pasaban el invierno, con una estructura de cabrios de roble y cubierta de ramas de escobas y retamas. Después se iniciaban las cortas, con el empleo de hachas y podones, dejando robles de resalvo para que las matas se recuperaran tras un período de 10 a 15 años, en que volvían a ser carboneadas . Los hornos se emplazaban siempre en los mismos lugares, en las llamadas horneras, vigilados siempre por la mirada experta del quemador o jefe de la cuadrilla. La combustión de cada horno duraba de una a dos semanas, dependiendo del viento, y de otros factores, y los últimos tranzones de monte se acababan de carbonear en el mes de junio. Así pasaban ocho meses de trabajo agotador en pleno monte, a base de un rancho consistente en una olla de garbanzos con manteca que cocinaba el zagal, y que tomaban invariablemente como desayuno, comida y cena.
Hablar con Demetrio en el mismo monte en el que trabajó por
última vez en la campaña de 1950-51 ha sido una experiencia inolvidable para
nosotros. Al fondo, la cumbre de Peñalara brilla cubierta de nieve en una
mañana espectacular, como si el día y el paisaje quisieran rendir homenaje a un
personaje entrañable e imprescindible para la historia de la sierra de
Guadarrama.
Al despedirnos de él en una de las tabernas del pueblo, brindamos
con unos vinos deseando que mantenga por muchos años más su vitalidad y su
simpatía y haciendo votos por volvernos a ver muy pronto". (Julio Vías)
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miércoles, 5 de marzo de 2014
MIS FOTOGRAFÍAS A LA VENTA EN TANGERINEWALL
Desde ayer ya se pueden adquirir en varios tamaños y montajes, listas para colgar, una selección de algunas de mis imágenes. Me alegro de participar en este proyecto junto con grandes amigos y fotógrafos como Enrique López Tapia de Inés, Andoni Lamborena, Iñaki Relanzón, Fernando Puche, Enrique del Campo, Carlos Sánchez Pascual y Alberto P.Peña.
"Tangerine Wall nace de la unión de un grupo de profesionales españoles de reconocido
prestigio dentro de sus especialidades: la fotografía, la decoración y la
impresión de alta calidad. Nuestro reto, desde el principio, fue trasladar la
misma calidad de cuadros que se utilizan en las exposiciones de arte, al hogar,
a las oficinas de empresas y a los establecimientos comerciales."
"Si quieres
diferenciarte, sólo tienes que elegir una magnífica imagen de nuestra selección
exclusiva, que sólo encontrarás en Tangerine Wall. Imágenes captadas por
todo el mundo por fotógrafos españoles de reconocimiento internacional que
darán a tu casa un sello de distinción. Además te entregamos un certificado de
autenticidad que garantiza que es una obra del autor que has elegido".
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miércoles, 26 de febrero de 2014
LOS ÚLTIMOS HERREROS DEL VALLE


El viernes pasado Julio Vías y yo visitamos a este herrero superviviente de Alameda del Valle. Nos sorprendió la herrería y su ambiente oscuro tan sólo iluminado por el fuego. Fotografías en blanco y negro o color? Aquí os dejo con las dos opciones y con el texto que las acompaña de Julio Vías
"Hace poco tuvimos la oportunidad de conocer a Ricardo
García, uno de los últimos herreros que siguen desempeñando este oficio en el
valle de Lozoya y en toda la sierra de Guadarrama. Nacido en Alameda del Valle
en 1953, aprendió el oficio de su padre, Francisco García Sanz, que desde antes
de la guerra civil ‒a la que tuvo que marchar movilizado para combatir en la
batalla de Brunete‒fabricaba las herramientas y las piezas de forja
imprescindibles para las labores agrícolas y ganaderas propias de la antigua vida
de este pueblo del valle.
Desaparecida prácticamente la agricultura, nuestro
amigo Ricardo se dedica ahora más a la artesanía en forja, fabricando rejas para ventanas, cabeceros de
camas, morillos para chimeneas y otras piezas menores en su taller reconstruido
hace cerca de treinta años con las ayudas que le concedió el desaparecido
Patronato Madrileño de Áreas de Montaña (PAMAM).
En él conserva la vieja fragua
con su gran fuelle y los yunques heredados de su padre, con más de un siglo de
antigüedad, junto a toda la herramienta propia de este oficio milenario. Allí
da cursos sobre las técnicas de forja a alumnos interesados en tomar el relevo.
Las fotografías que ilustran esta nueva entrada al blog dedicada a los viejos
oficios de la sierra de Guadarrama, reflejan todas las posibilidades plásticas
que tiene la luz del fuego reflejada en
el hierro pulido bajo la penumbra del oscuro taller."
lunes, 24 de febrero de 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
RECMOUNTAIN EN EL MACIZO DE PEÑALARA

Ayer visitamos el circo de Peñalara y la Laguna Grande con intención de realizar alguna fotografía mientras caminábamos con raquetas de nieve. Al llegar a la laguna vimos cómo alguien descendía con tablas por el empinado canal de la ceja, en Dos Hermanas. Cuando bajó hasta donde estábamos nosotros no me sorprendió descubrir el rostro de Alberto Pantoja que iba en compañía de otro miembro de RECmountain.
No tuvieron ningún inconveniente en subir de nuevo por la canal central y volver a descender el corredor anterior, aunque en esta ocasión saltando un resalte rocoso, todo un espectáculo! Estas imágenes son sólo un ejemplo del buen hacer y profesionalidad de este equipo multidisciplinar que sabe transmitir en vídeo y en foto "las experiencias vividas en la montaña".

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