"La fotografía del paisaje es la prueba suprema del fotógrafo, y a menudo la decepción suprema" Ansel Adams

lunes, 31 de marzo de 2014

DEMETRIO, EL CARBONERO DEL ROBLEDAL



En esta ocasión os quiero presentar a uno de los últimos carboneros del Valle del Lozoya. Con sus 91 años es un auténtico superviviente y un ejemplo para tod@s. El texto de esta entrada es del gran escritor y gran amigo Julio Vías:

"El pasado 7 de marzo estuvimos mi amigo Javier Sánchez y yo con Demetrio Matesanz, uno de los últimos fabriqueros del valle de Lozoya. La fábrica era el nombre que se daba en la sierra de Guadarrama a la industria que se ocupaba de la fabricación del carbón vegetal, antaño indispensable para el funcionamiento de fraguas y talleres de todo tipo, tanto en los pueblos de la sierra como en Madrid, hasta donde se bajaba en carretas de bueyes tras un viaje de un par de días por la carretera de Burgos, hoy convertida en la autovía A-1.

Demetrio nació en 1922 en la pequeña aldea de Pinilla del Valle, en el seno de una familia de fabriqueros, y empezó su trabajo en el campo segando prados con 16 años. A los 20 ya cambió el dalle (nombre tradicional que se daba a la guadaña en las tierras del valle de Lozoya) por el podón y el hacha de dos bocas, iniciando un oficio que desempeñó hasta 1951, último año en que se carbonearon las matas robledales de La Marotera, Fuentelinosa, El Frontal, Majasomera, El Chorrillo, Navarejo y El Alijar, que desde tiempos inmemoriales fueron explotadas junto a las innumerables pertenecientes a los otros pueblos del valle.




Nuestro amigo nos relata con una lucidez extraordinaria cómo se desarrollaban los trabajos de la fábrica: Primero había que construir el chozo donde pasaban el invierno, con una estructura de cabrios de roble y cubierta de ramas de escobas y retamas. Después se iniciaban las cortas, con el empleo de hachas y podones, dejando robles de resalvo para que las matas se recuperaran tras un período de 10 a 15 años, en que volvían a ser carboneadas . Los hornos se emplazaban siempre en los mismos lugares, en las llamadas horneras, vigilados siempre por la mirada experta del quemador o jefe de la cuadrilla. La combustión de cada horno duraba de una a dos semanas, dependiendo del viento, y de otros factores, y los últimos tranzones de monte se acababan de carbonear en el mes de junio. Así pasaban ocho meses de trabajo agotador en pleno monte, a base de un rancho consistente en una olla de garbanzos con manteca que cocinaba el zagal, y que tomaban invariablemente como desayuno, comida y cena.

Hablar con Demetrio en el mismo monte en el que trabajó por última vez en la campaña de 1950-51 ha sido una experiencia inolvidable para nosotros. Al fondo, la cumbre de Peñalara brilla cubierta de nieve en una mañana espectacular, como si el día y el paisaje quisieran rendir homenaje a un personaje entrañable e imprescindible para la historia de la sierra de Guadarrama. 

Al despedirnos de él en una de las tabernas del pueblo, brindamos con unos vinos deseando que mantenga por muchos años más su vitalidad y su simpatía y haciendo votos por volvernos a ver muy pronto". (Julio Vías)

      

6 comentarios :

  1. Impresionante ejercicio el de rememorar las experiencias de uno en una vida tan larga como la de Demetrio. Un precioso reportaje, has dado ya un buen repaso a los trabajos de antaño eh? te queda alguno? Un abrazo

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  2. Gracias Jose, aún queda trabajo...De momento va a salir un reportaje de todos los que llevamos en EL PAIS del sábado o domingo con unas seis fotografías. Ya te contaré

    Un abrazo

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  3. Interesante la vida de esta persona. Muy bien reflejado en el texto y en los retratos en el bosque

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  4. Gracias Alvaro, como Demetrio ya no ejerce la actividad le acompañamos al robledal donde siempre había trabajado. Un ejemplo para tod@s

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  5. Enhorabuena Javier por esta nueva entrada! Por lo que veo, estás haciendo un repaso exhaustivo de los oficios tradicionales de la sierra. En un mundo dominado por las nuevas tecnologías, dónde cada vez nos desconectamos más de la naturaleza, resulta impresionante ver cómo se vivía antaño. Es bueno recordarlo y me parece que lo estás ilustrando muy bien con tus fotografías. Un abrazo

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  6. Gracias Javier. Precisamente hoy se ha publicado un reportaje de estos oficios en EL PAIS.

    Un abrazo,

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