Hace años visitamos Las Azores. Como casi todos los que viajan a estas islas tan peculiares nos conformamos con descubrir Sao Miguel y Terceira. Este año fuimos más allá en busca de la isla más occidental: La Isla de Flores. Se trata de una de las más pequeñas, con tan sólo 17 Kms de largo, pero con una variedad de paisajes y un potencial que consigue enamorar a todo el que la visita.
Bien podría llamarse la isla verde, la isla del agua o la de los pájaros...no es de extrañar que junto a la vecina Corvo se les haya reconocido a ambas como Reserva de la Biosfera.
La Isla de las Flores, que se formó alrededor de 7 cráteres volcánicos, disfruta de un clima húmedo durante todo el año favoreciendo el desarrollo de una vegetación que no había visto hasta ahora en ningún otro lugar. Lagos de origen volcánico, grandes cascadas que superan los 100 metros, acantilados cubiertos de vegetación hasta el océano, molinos de agua y construcciones tradicionales. En pleno mes de julio descubrimos una isla muy tranquila, con un acertado turismo sostenible, algo que tienen muy claro en este lugar único de Las Azores.
Hay gente que apena se queda un par de días en la isla, pero si queréis conocerla a fondo serán necesarios cinco o seis días para disfrutar de este paraíso en medio del Atlántico norte, la isla más occidental de Europa.
Recomiendo alojarse en Casas da Quinta, en Santa Cruz. Pequeñas casas apartamentos donde se respira la tranquilidad de la isla, con la simpatía de María Ramos, su dueña. Aquí tenéis un par de fotos.
Si necesitáis tours guiados en Flores o Corvo os aconsejo la agencia
https://experienceoc.pt/. En el mismo aeropuerto también podéis alquilar vehículos en las dos agencias disponibles, aunque es conveniente realizarlo antes de llegar a la isla.
Equipo utilizado: Pentax K1 y K3 con objetivos Pentax 15-30mm, Tamron 28-75mm y Tamron 70-200mm. Trípode Manfrotto y tarjetas Lexar