Hace unos días hemos vuelto de la isla de Stromboli, la más alejada de Sicilia que pertenece a las Islas Eolias en el Mar Tirreno, Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000. Stromboli es el volcán por donde regresaron los protagonistas de "Viaje al centro de la tierra" de Julio Verne y donde Roberto Rossellini e Ingrid Bergman tuvieron un conocido romance durante el rodaje de la película "Stromboli, Tierra de Dios" en 1950.
Con una superficie de unos 12 kilómetros cuadrados, sus poco más de 400 habitantes se encuentran repartidos en dos poblaciones. En la principal, formada por varios barrios: Scara, Ficogrande, Piscità, no circulan más vehículos que los motocarros, bicis y motos por sus empinadas y estrechas callejuelas, la mayoría de ellas trepando hasta la Plaza de San Vicente, donde se encuentra, siempre abierta, la iglesia principal. Un hermoso mirador del pueblo y de Strombolicchio, cono volcánico más antiguo que emerge del mar. La otra población, Ginostra, con unos 40 vecinos es aún más tranquila, siendo el burro el único medio de transporte.
La arquitectura de estos pueblo nos recuerda a las conocidas islas griegas. Casas en forma de cubo, encaladas, con porches generosos y puertas y ventanas en azul. Imprescindible perderse por sus numerosas callejuelas laberínticas. En la isla no hay coches, pero tampoco luz eléctrica en sus calles, ni agua potable que tienen que traer en barco desde Nápoles. Es un destino especial que te atrapa desde el primer momento.
El volcán de 926 metros es el plato fuerte de esta isla. Aunque su ascensión no plantea dificultad técnica, conviene estar en forma para llevar a buen fin la fuerte subida, sobre todo en los metros finales. Entre 5 y 6 horas serán necesarias para completar el ascenso, la estancia de una hora y el descenso nocturno, este último provisto con mascarilla, para el polvo, y guetres (polainas). No se puede subir al volcán sin la compañía de un guía autorizado. Nosotros fuimos con Stromboli Fire Trekking que llevan una dilatada experiencia y excelentes guías.
Al llegar a la cima es necesario abrigarse y colocarse el casco que nos proporciona la agencia y es entonces cuando disfrutaremos de uno de los mayores espectáculos de la naturaleza, la contemplación de una erupción volcánica. Este año, con mucha actividad, había un gran cráter y otros más pequeños con erupciones constantes cada 15 o 20 minutos. Mi hijo Miguel, de 8 años, no daba crédito a sus ojos...Una experiencia que seguramente no se le olvidará nunca.
Las erupciones volcánicas también pueden verse al atardecer desde el mar contratando un servicio en barca que nos deja enfrente de Sciara del Fuoco, ladera donde cae la lava del volcán. Para ello, al igual que si queremos dar una vuelta por la isla os recomiendo la agencia Pippo.
En cuanto a los alojamientos podéis elegir entre pequeños hoteles y casas de alquiler. Os paso dos opciones muy interesantes: Casa Flora, al pie del volcán, tranquilidad absoluta y Hotel La Sirenetta al pie de la playa de Ficogrande.
Para llegar a la isla necesitáis coger un ferry, bien desde Palermo, o más cerca desde Milazzo con la compañía Liberty Lines
Equipo fotográfico utilizado: Pentax, Fujifilm, Samyang, Tamron y Manfrotto