Hace una semana volví con nostalgia de la isla de La Gomera. Nunca pensé que una isla me fuera a impresionar tanto, y eso a pesar de ser verano y haber sufrido una fuerte calima durante días.
Con tan sólo unos 20.000 habitantes, La Gomera aparece como un auténtico descubrimiento para todo aquel que busca un lugar diferente, tranquilo, con una vegetación exuberante que nos hace retroceder hasta el periodo terciario cuando penetramos en sus húmedos bosques de laurisilva, dentro del Parque Nacional de Garajonay, entre grandes Roques de origen volcánico.
Una isla, Reserva de la Biosfera, donde la tradición es palpable a través de sus increíbles barrancos, "adornados" de bancales o terrazas de cultivo ancestrales, donde las tradiciones afloran en las romerías, como la del Bosque del Cedro, en las loceras de El Cercado o en el original silbo gomero, también reconocido, al igual que Garajonay, como Patrimonio de la Humanidad.
Una isla montañosa con 40 senderos, muy bien señalizados, para recorrer sus diversos paisajes, lugares arqueológicos, hermosos pueblos como Agulo y conocer la arquitectura gomera presente en sus casas e iglesias. Tuvimos la suerte de poder observar el lagarto gigante de la Gomera y delfines de dos especies diferentes.
Todas las fotografías se han realizado con equipos Pentax, Fujifilm, Samyang, Tamron y Manfrotto.